Podéis leer aquí la actualización de este artículo: “España no es país para jóvenes“.
Probablemente a algunos padres y madres no les va a gustar este artículo, pero trataremos de ser objetivos y ceñirnos a la cruda realidad. El futuro profesional y económico de nuestros hijos en nuestro país va a ser en general una pesadilla en el sur de Europa. No hay más que ver las cifras de la tasa de paro juvenil, es decir menores de 25 años, en España del pasado 2020, que ha alcanzado un escalofriante 40,7%. Eso es más del doble que el promedio de la UE, que se queda en un 17,8% incluyendo ya el 40,7 de España, y más que incluso el de Grecia.
Recordemos que la tasa de paro juvenil se define como la proporción de menores de 25 años parados respecto al total de activos, considerando como parados aquellos trabajadores que no tienen empleo a pesar de buscarlo activamente. Es decir, que dichas cifras no contemplan a los jóvenes que, ante la altísima probabilidad de no encontrar el trabajo que desearían, ni siquiera lo buscan activamente y prefieren por ejemplo alargar sus estudios. Ni tampoco incluye a los jóvenes que, con 26 o más años, siguen siendo jóvenes y viven con sus padres.
Algunos optimistas podrán pensar que este negro horizonte no es más que un efecto coyuntural debido a la pandemia y que, en cuanto estemos vacunados y podamos volver a la normalidad, los jóvenes volverán a tener un futuro profesional esperanzador. Y es que la tasa de desempleo juvenil en 2012 y 2013 llegó a superar el 55%, pero a nadie se le debería escapar que partir de 2014 se cambió oportunamente el censo y la metodología de cálculo, de modo que la cifra fue en descenso hasta poco más del 30% justo antes el inicio de la pandemia.
Creer que dicha bajada fue fruto exclusivamente de la buena marcha de la economía española es naíf. Hay que tener en cuenta que, durante esos años de descenso del paro, nuestros jóvenes han venido alargando sus estudios añadiendo más años de formación ante la imposibilidad de incorporarse al mercado laboral cuando hubiesen querido hacerlo. Y ello, junto con la fuga considerable de talento español hacia mercados laborales más saneados en el extranjero, han contribuido de manera determinante a esa mejora temporal de las cifras oficiales. Pero la cruda realidad, que la puntilla que ha supuesto la pandemia deja al descubierto, es que no hay un porcentaje de jóvenes parados mayor que ese 40,7% porque simplemente desisten de buscar activamente empleo o bien directamente se marchan de España en busca de sueldos dignos.
¿Qué podemos hacer los padres y madres para mejorar el futuro de nuestros hijos?
Pues la opción más obvia es intentar dejarles la mayor herencia económica posible, de modo que tengan, o puedan adquirir al menos parcialmente, una vivienda donde formar su propia familia, o incluso dejarles además algún dinero u otros inmuebles que puedan alquilar y obtener rentas que les permitan salir adelante con una mínima holgura. Obviamente, las familias cuyos padres no vayan a poder dejar a sus hijos ni inmuebles ni dinero, sólo van a poder allanarles el camino mediante una buena educación familiar y académica doméstica pública o privada. Pero los que sí puedan, como decíamos antes, les dejarán en herencia una cesta con el mayor número de pescados que los padres hayan podido conseguir y ahorrar para ellos.
Sin embargo hay otra opción mejor que legarles simplemente pescados en un cesto, y no es otra que la de dotarles de la mejor caña de pescar y conocimientos de pesca posible. Y esos instrumentos y conocimientos deben permitirles navegar con soltura y pescar en las aguas de cualquier país del planeta. Porque recordemos que en los mares y ríos españoles escasean los peces y abundan los pescadores hambrientos, y eso no va a cambiar. Por lo tanto, la formación y titulación universitaria que van a necesitar es aquella que sea reconocida y prestigiada en cualquier parte del mundo, especialmente en los países con economías crecientes y con más y mejores oportunidades de empleo. Y esa titulación, lamentablemente, no es la que ofrece nuestro sistema universitario ni público ni privado, que tiene un escaso reconocimiento y prestigio más allá, a lo sumo, de la UE.
En cambio, una licenciatura o graduación en el sistema universitario norteamericano es una garantía de reconocimiento en cualquier parte del planeta. Tanto si nuestros hijos acaban estableciéndose en la propia Norteamérica como si lo hacen en el norte de Europa o en cualquier país de Asia u Oceanía, haberse graduado en una universidad en los Estados Unidos les va a abrir las puertas y les allanará el camino hacia su éxito profesional. Porque no sólo se trata de que cualquier país va a reconocer un título universitario norteamericano por delante de cualquier título español (la mejor caña de pescar), sino que también estaremos dotando a nuestros hijos de una experiencia vital y de crecimiento personal incomparable, por el hecho de haber vivido 4 o 6 años en una universidad en EE.UU. (los mejores conocimientos de pesca). Enviar a nuestros hijos con 17-18 añitos a vivir y estudiar a otro país, en un entorno universitario como el norteamericano, rodeados de miles de jóvenes de su misma edad que también están a centernares o miles de kilómetros de su hogares, es una bagaje personal que les hará dar un paso adelante en todos los sentidos y les acompañará para el resto de sus vidas. Como ya dijo el economista Gay de Liébana hace un par de años al hablar de su hijo que vive en Los Ángeles, California, estudiar en una universidad americana les hará crecer alas para volar y dientes para defenderse y abrirse camino en cualquier lugar del mundo.
¿Cómo enviar a nuestros hijos a estudiar a los Estados Unidos?
Lo hemos experimentado docenas de veces, tanto en hijos de clientes como en nuestros propios hijos: Marcharse a esa edad a vivir en universidades norteamericanas magníficas les hace madurar más, mejor y antes que si se quedan acomodados en casa de papá y mamá hasta los veintitantos (o treinta y tantos…). Además, lo habitual en EEUU es que la mayoría de los hijos de 17-18 años se marchen a vivir a la universidad una vez acabado el High School. De hecho muchos incluso eligen universidades en otros estados norteamericanos precisamente para no tener que volver a casa todos los fines de semana sino solamente en Navidad y verano. Porque el trauma de la separación o del nido vacío lo vivimos los padres, no los hijos. Para ellos, los incentivos de comenzar su vida universitaria en entornos tan idílicos son tantos y tan potentes que, a poco que vean algunos videos de youtube (al pie de esta página encontraréis una selección) de cómo es la vida universitaria en USA, su motivación va a ser imparable, ante la sorpresa de sus progenitores.
Los padres y madres de niños, pre-adolescentes y adolescentes deben concienciarse de que es muy posible que sus hijos deban emigrar a otros países para conseguir una vida tan acomodada como la que han tenido sus padres. Y que si no les facilitamos y propiciamos esa emigración, les estaremos condenando de facto a tener que abrirse camino en un entorno económico decadente, en el que sus probabilidades de progresar profesional y financieramente son escasas. Por tanto, siempre que les sea económicamente viable, es responsabilidad de los padres dotar a sus hijos de esa titulación y de esa experiencia vital que les va a abrir literalmente todo un mundo de oportunidades. Y el proceso debe inciarse con bastante tiempo de antelación, puesto que no es sencillo ser admitidos en las mejores universidades de USA. Pero de la mano de los profesionales adecuados, es más accesible y barato de lo que la mayoría de familias creen. Para que os hagáis una idea, se puede hacer la carrera en universidades espectaculares de EE.UU. desde unos 28.000 eur anuales sin contar con ninguna beca y absolutamente todo incluído (matrícula, vivienda y comidas dentro del campus de la Universidad, seguro sanitario, libros y material, billetes de avión, etc). Si además se consigue alguna beca deportiva o académica, el coste se puede reducir drásticamente. En “Estudiar en una universidad en los Estados Unidos” podréis encontrar los detalles de todos los costes y del proceso.
¿Es fácil conseguir becas en universidades de USA?
Como ya explicamos en “¿Cuánto cuesta estudiar en Estados Unidos?“, no es fácil conseguirlas si no se baja temerariamente el listón de calidad de la universidad o se tienen méritos deportivos o académicos suficientes. Lógicamente, sin becas deportivas o académicas significativas, estudiar la carrera un una Universidad en los EEUU no está al alcance de las familias cuya herencia para sus hijos vaya a ser inexistente. Pero sí que lo está para aquellos que tengan posibilidad de dejarles unos ahorrillos. Y con toda probabilidad, para los hijos va a ser infinitamente más útil haberse graduado en una universidad en los Estados Unidos y haber vivido, madurado y crecido los mejores 4-6 años de sus vidas allí que heredar medio apartamento más en la playa o 100.000 euros más en una cuenta corriente cuando sus padres fallezcan. Para ese entonces su destino ya se habrá escrito mediante una formación doméstica como tantas otras, un empleo precario y un puñado de peces menguantes en un cesto.