Todos los padres y madres desean ver a sus hijos “Emanciparse con 21 años“, pero para ellos hay que seguir un riguroso y costoso proceso ya desde que nuestr@s hij@s están finalizando el 4 ESO.
Estudiar en Estados Unidos.
La respuesta a esta pregunta que se hacen muchos estudiantes y sus familias cuando se plantean estudiar en una Universidad en los EE.UU. es clara: Depende esencialmente de dos factores: El nivel académico y el tamaño de la Universidad. Veamos qué significan ambos parámetros.
¿Universidad pública o privada?
Las mejores Universidades norteamericanas, las top entre las top que vienen a la memoria de cualquier persona no especializada, son privadas, como por ejemplo Harvard, MIT, Stanford, Princeton, Yale, Duke, Rice, Brown, UPenn, Columbia, Northwestern, Johns Hopkins, etc. Como véis muchas de ellas NO son Ivy League (podéis saber más sobre ellas en “Universidades Ivy League“). Por tanto, podríamos decir que si aspiramos ese selecto grupo que conforman la élite absoluta de las universidades americanas, las top entre las más top, son privadas. Pero cuidado! Inmediatamente ya entre las 25-30 universidades súper-top encontraremos otras muchas universidades públicas que también están reservadas a la élite de estudiantes más brillantes del planeta, como por ejemplo University of California Los Angeles (UCLA), University of Michigan, University of Virginia, University of California Berkeley, Georgia Tech, University of North Carolina Chapel Hill, University of Texas Austin, William & Mary, etc.
Por tanto, inmediatamente después de las top entre las top (que como ya hemos visto sí son privadas), en ese segmento posterior a las top 10 podríamos decir que el hecho de que sean públicas o privadas no determina diferencias cualitativas ni de prestigio académico… hasta que llegamos al segmento low-cost, porque ahí la cosa cambia radicalmente. Veamos porqué:
Cuidado con las universidades privadas que ofrecen cuantiosas becas.
El el segmento de universidades de bajo coste, que su precio oscila entre los 20.000 y los 30.000 euros anuales (incluyendo todo: matrícula, habitación, comida, libros, seguro sanitario, etc.), debemos huir de las universidades privadas, a pesar de que ofrezcan alguna beca con mayor facilidad que una pública low-cost. Y es que las privadas de bajo coste suelen ser muy pequeñas y a menudo religiosas, de confesiones y variantes diversas. Su reducido tamaño hace que los campus y la vida universitaria (tan necesaria para que nuestros hijos se motiven, espabilen y vuelen convenientemente del nido) sea casi inexistente. Así, hay infinidad de universidades privadas en el segmento low-cost que apenas tienen dos mil, mil o incluso menos estudiantes, apenas una o dos docenas de edificios, cuatro pistas de basket, un par de campitos de césped y algunos aparcamientos. Nada más. Podéis leer aquí toda la verdad sobre las engañosas becas deportivas.
Pero no sólo son poco recomendables las privadas low-cost por su tamaño. También existe una razón muy importante por la que debemos huir de ellas, y es la de que la asignación de sus recursos económicos está a merced de las decisiones que tome el presidente, el Board o el organismo de gobierno propietario de la universidad. Y ahí se suele desvirtuar totalmente la correcta asignación de recursos. Algunas de ellas tienen ánimo de lucro, con lo cual la asignación de recursos será escasa para maximizar los beneficios a fin de año. Pero es que también entre aquellas low-cost privadas sin ánimo de lucro la asignación suele ser muy deficiente. Y es que, si los dueños de la universidad son religiosos, asignarán más recursos a la iglesia y demás instalaciones que fomenten la religión que por ejemplo a laboratorios. Pero aún hay más, aunque la universidad privada low-cost sea laica, basta con que su presidente u órgano directivo sea amante por ejemplo del Fútbol americano para que se asignen recursos desmesurados a un gran estadio y por ejemplo tenga una biblioteca, habitaciones o restaurante muy deficiente. O viceversa, si por ejemplo el presidente o los dueños de dicha universidad son grandes amantes de la literatura, los alumnos dispondrán de una gran biblioteca pero apenas tendrán instalaciones deportivas o laboratorios de ciencias. Además, las privadas low-cost suelen ser muy proclives a comisionar a los intermediarios que les proporcionan alumnos internacionales, que sólo se suelen fijar en el precio neto final y confían ciegamente en la recomendación del intermediario. Aquí un ejemplo de low-cost privada y religiosa de las que hay que huír y a continiación una foto aerea de todo el campus de esta universidad (que es más bien como un internado y poco más).
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En cambio, en dicho segmento low-cost, las universidades públicas garantizan que no hay ánimo de lucro y además garantizan un tamaño mínimo (en nuestra categoría low-cost sólo seleccionamos universidades públicas con al menos 5.000 o 10.000 estudiantes). Pero lo que es aún más importante, la asignación de los recursos económicos que ingresa la Universidad, bien sea vía matrículas, housing o subvenciones estatales o federales, está determinada por Ley. Es decir, que cada dólar que entra en la Universidad, su presidente u órgano directivo está obligado por Ley a reinvertirlo en un porcentaje exacto y de manera equilibrada en todas sus instalaciones y profesorado. No hay margen de maniobra para maximizar beneficios, caprichos y preferencias en función de los gustos personales o religiosos de sus dueños como en las privadas. Y cuando hablamos del segmento low-cost, esa garantía de tamaño y de asignación de recursos determinada por ley junto con la ausencia de ánimo de lucro marca la diferencia radicalmente. A continuación un video de ejemplo de este tipo de universidades públicas low-cost, como véis las comparaciones con la anterior imagen son odiosas, mientras que el precio neto para las familias es muy parecido.
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Por todo ello, las familias que deciden llevar a sus hijos a universidades americanas del segmento más económico deben evitar absolutamente las universidades privadas, a pesar de que algunas agencias les tienten con jugosas becas y les cuesten sólo 15.000 eur anuales. A menudo este tipo de universidades privadas low-cost dicen valer 40.000 para simular ser de mejor nivel, pero a la vez garantizan a todo quisqui becas por 20 o 25.000, con lo cual el coste neto para el alumno puede quedar en 15.000 eur anuales o incluso menos, que es lo que ciega a muchas familias incautas.
Universidades de bajo coste.
Por tanto, las familias de este segmento económico low cost deben centrarse en las universidades públicas y con un tamaño mínimo de cinco o diez mil estudiantes, a pesar de que las becas ofrecidas por dichas universidades sean menores y por tanto su coste neto algo mayor. Existen magníficas opciones de universidades públicas con un coste neto para las familias de aprox 35.000 euros anuales. Y dependiendo de los méritos académicos del alumno, si realizamos un buen proceso y tocamos las teclas precisas, podemos conseguir becas que reduzcan ese importe neto hasta incluso los 20.000 euros anuales. Pero siempre en Universidades públicas, laicas, con campus de un tamaño considerable (aprox. más de 100 edificios), buen prestigio académico y donde nuestros hijos podrán vivir unos años universitarios como en las universidades de las películas, es decir prácticamente igual que en una universidad de primer nivel cuyo campus es como una ciudad en sí mismo. No merece la pena ahorrarse 5-7 mil euros al año y que metan a nuestros hijos en universidades americanas que no son más que un internado donde los dueños de la institución toman decisiones académicas y económicas en función de sus propios intereses.